“Momento Económico”
7 de Febrero de 2013
La lucha contra la delincuencia organizada y de manera más concreta contra el tráfico de estupefacientes, no constituye, en modo alguno, una agenda de seguridad nacional para México. Lo que el presente gobierno hizo, fue divorciar la seguridad del desarrollo, actuando de manera reactiva ante problemas estructurales que se materializan en la violencia. Tampoco la estrategia para enfrentar a la delincuencia organizada parece la mejor, toda vez que debería ser integral y contemplar, además de la desarticulación de los cárteles, combatir el tráfico ilícito de armas de fuego que llega a manos de los delincuentes al igual que el del lavado de dinero.
En su plan nacional de desarrollo Felipe Calderón puso el acento en el empleo de las fuerzas armadas para enfrentar a la delincuencia organizada y esa fue la prioridad, en materia de seguridad, de su gobierno. El narcotráfico fue redefinido o catalogado como amenaza a la seguridad nacional, ello con el fin de allanar la intervención de las fuerzas armadas en su combate. Calderón ignoró otros temas que, en la acepción amplia de la seguridad, es menester ponderar, entre los que se puede mencionar a la salud, los ambientales, los económicos, los energéticos, los de género, etcétera. El desarrollo claramente no ha figurado en las prioridades gubernamentales.
¿Cómo debería ser la agenda de seguridad nacional de México? En primer lugar, tendría que partir de la identificación de las características del país. Debería responder a la pregunta: ¿qué flagelos son los que ponen en entredicho la supervivencia del Estado mexicano? Designar a la delincuencia organizada como la principal amenaza a la seguridad nacional sin identificar sus motivaciones, raíces y características es muy arriesgado. Hacerlo sin una visión integral sobre las vulnerabilidades, riesgos y amenazas, plantea la posibilidad de condenar al país a reaccionar ante eventos catastróficos, sin posibilidad alguna de anticiparlos.
Un país como México está expuesto a fenómenos naturales que incluyen terremotos, erupciones volcánicas, tornados, huracanes, etcétera. También se ve aquejado por emergencias sanitarias, como quedó de manifiesto con la pandemia de influenza A H1N1 en 2009. La crisis económica de 2008 tuvo impactos muy severos en el producto interno bruto -México fue el país más seriamente afectado por la crisis a escala global. Por todo ello se impone la necesidad de un diagnóstico integral de los problemas nacionales a efecto de solventarlos a partir de la prevención y un mejor uso de los recursos materiales y humanos disponibles.