28 de Junio de 2019
Donald Trump es posiblemente el único Presidente en la historia reciente de EEUU decidido a ir a la guerra comercial, a pesar de las consecuencias que este hecho trae aparejadas. No le importan los argumentos de sus socios comerciales. No le interesan las críticas de los demócratas en el Congreso estadunidense. Ignora las reacciones contrarias a su decisión de personajes como los gobernadores de Texas, California y otras prominentes figuras políticas de aquel entorno. Responde como un verdadero troglodita, sin argumentos, con la dureza de un martillo. Así, apenas instalado en la Casa Blanca, retiró a su país del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). A continuación, procedió a iniciar las negociaciones con México y Canadá para negociar lo que ahora se conoce como Tratado México, Estados Unidos, Canadá o TMEC, en sustitución del que ha calificado como el peor acuerdo comercial de la historia, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En seguida, anunció la aplicación de aranceles a las importaciones de acero y aluminio procedentes de todo el mundo -incluyendo a socios comerciales con los que mantiene tratados comerciales.
El siguiente paso fue castigar a la República Popular China (RP China), imponiendo aranceles a productos chinos valuados en 250 mil millones de dólares —las tarifas ya se aplican a la mitad de todas las exportaciones del país asiático a la Unión Americana. Beijing hubo de responder gravando 110 mil millones de dólares en productos que adquiere de EEUU. Esta crisis entre Washington y Beijing catapultó a México al primer lugar como socio comercial de los estadunidenses en febrero de 2018 y parecía que los mexicanos vivían un momento prometedor cuando el 27 de abril, la administración Trump señaló que pondría fin a los aranceles al acero y el aluminio que adquiría de mexicanos y canadienses, lo que allanaba el camino para una pronta ratificación del TMEC.
En cualquier caso, la guerra comercial está en marcha entre Estados Unidos y sus socios comerciales. No parece que Donald Trump vaya a salir bien librado de ella. Pero tampoco parece probable que el mandatario estadunidense se desdiga de la medida, misma que le genera mucho apoyo en su base electoral. Con todo, esta guerra comercial, seguramente arrojará importantes lecciones para todos. México deberá ir reduciendo esa enorme dependencia comercial que tiene respecto a su vecino del norte y diversificar su red de proveedores. Por cuanto hace a Estados Unidos, ya se verá si esta medida no termina por generar más daño a una decadente economía estadunidense, para la que el proteccionismo rampante de Donald Trump, no parece ser la cura. En toda guerra comercial hay ganadores y perdedores. No se perfila que Estados Unidos vaya a ganarla, por lo que, quizá la mejor estrategia sea que no la pierda.