Vamos a ver a una China muy empoderada respecto a EEUU y Europa

03 de Diciembre de 2018

La República Popular China (RP China) se vislumbra como el país mejor dotado para desafiar a Estados Unidos en lo que podría llevar a la configuración de un orden mundial bipolar, si bien ello tomará algún tiempo. Los estadunidenses y los chinos ciertamente poseen fortalezas y vulnerabilidades, aunque en el segundo caso las vulnerabilidades son considerables y a menos que Beijing las atienda cabalmente, los logros que hasta hoy tiene la RP China en diversos ámbitos pero sobre todo en el económico, podrían diluirse.

Aun cuando subsiste una rivalidad estratégica entre Beijing y Washington, es evidente que ninguno de los dos países desea ni necesita una confrontación directa. Por parte de la RP China, desde los años 80 la dirigencia del país ha enfatizado la promoción de una política exterior de paz. Los chinos apuestan al desarrollo de relaciones armónicas o, al menos, menos hostiles con el mundo dado que, de otra manera, ello podría frenar su prosperidad económica y el acceso a los mercados y a los recursos estratégicos que crecientemente requiere esa nación. Por cuanto hace a Estados Unidos, la guerra global contra el terror y la creciente inestabilidad en Irak y Afganistán, donde mantiene una presencia militar muy significativa, constituyen desafíos, de suyo, difíciles de enfrentar por lo que Washington intenta ganar el apoyo de Beijing y del resto de la comunidad internacional para apoyar la cruzada contra-terrorista. Pero más allá del terreno de la seguridad, Estados Unidos también se desenvuelve en un entorno crecientemente interdependiente y, como se verá a continuación, si bien mantiene un déficit comercial enorme con la RP China, también reconoce el atractivo del mercado chino en términos de sus capacidades productivas y oportunidades de inversión. Washington, por ahora, tiene mucho qué hacer respecto a la amenaza terrorista y ello ha contribuido a que modifique su actitud respecto a la amenaza china.

A partir de la guerra fría y hasta el momento actual, las relaciones entre la RP China y Estados Unidos, aparentemente destinadas a la confrontación y la rivalidad, se han beneficiado de la existencia de una amenaza mayor, la cual los ha llevado a cerrar filas y a encontrar coincidencias, posibilitando, al mismo tiempo, que cada país siga adelante con sus respectivos proyectos nacionales y doctrinas estratégicas. Esto, por supuesto, no significa que las rivalidades mutuas hayan desaparecido porque es claro que la RP China y Estados Unidos son rivales estratégicos. Con todo, mientras Estados Unidos sea la gran potencia a nivel mundial, lo que quiera y pueda hacer en el mundo será muy diferente de lo que la RP China que no es la gran potencia nivel mundial desea y puede concretar. Es razonable suponer que al paso del tiempo Beijing fortalecerá su poder nacional al punto de que entrará en conflicto con Washington al tener las mismas aspiraciones y posibilidades que el vecino país del norte. Hoy ya se observan destellos de esa confrontación, por ejemplo, en el plano económico, en las necesidades energéticas de las dos naciones, en la modernización de sus fuerzas armadas, y en sus políticas exteriores, por citar algunos ejemplos. Estados Unidos no desea una nueva bipolaridad, porque ésta acotaría sus márgenes de maniobra en las relaciones internacionales del siglo XXI. Tampoco quiere una multipolaridad, porque ello limitaría aún más el espectro de sus acciones en el mundo, debido a la presencia de numerosos comensales. Es más cómodo ser la hiperpotencia, como lo llaman algunos, si bien, Estados Unidos no tiene un control absoluto sobre los acontecimientos globales y su poder, aunque le cueste aceptarlo, es relativo respecto al poder de los demás, entre quienes se encuentra justamente la RP China. Es evidente que ni Beijing ni Washington querrían una confrontación dado que hay una serie de desafíos que reclaman toda su atención y que no podrían atender cabalmente si a ellos añadieran un conflicto bilateral de grandes proporciones. En pocas palabras, hay otras amenazas y riesgos más apremiantes que eventualmente estos dos gigantes tendrían que atender.