La agenda internacional y la política exterior de México

“Momento Económico”
6 de Junio de 2019

La crisis que acontece en las relaciones mexicano-estadunidenses en el momento actual, donde los temas migratorios y los comerciales se ubican en el centro de la controversia, han evidenciado lo solo que se encuentra México. Nadie ha cerrado filas con él. Nadie lo defiende, mucho menos le ofrece apoyo. ¿Dónde están los gobiernos centroamericanos, quienes contribuyen con sus políticas económicas, sociales y de seguridad a la expulsión de sus habitantes y a que se desarrollen las caravanas migrantes? ¿Qué hay del combate de las redes de tráfico de personas que operan en aquellas latitudes -y claro, acá- con toda impunidad y que lucran con la desesperación de las personas? ¿Dónde está la solidaridad latinoamericana con México? ¿Qué pasó con los socios del Triángulo del Norte? ¿Y la Alianza del Pacífico? ¿Y dónde se encuentran las demás naciones con las que los mexicanos tienen suscritos tratados de libre comercio -como Uruguay, Chile, Colombia, etcétera? Ni qué decir del mundo, que fuera de algunos comentarios críticos en torno a la intransigencia de Trump, han omitido hacer una mención explícita, solidaria y de “cerrar filas” con México.

¿Por qué ocurre esto? El silencio del mundo es explicable, en buena medida, por el desinterés mostrado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la política internacional. Como ya se ha comentado ampliamente en diversos círculos políticos, económicos y académicos, López Obrador es el primer mandatario en décadas, en no haber realizado un solo viaje internacional. En enero, omitió viajar al Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, lugar en el que se dan cita jefes de Estado y/o de gobierno y empresarios de las principales corporaciones, a quienes seguramente les habría encantado conocer al jefe de Estado mexicano y escuchar de viva voz su plan económico, máxime tras suprimir la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México y de cara a la reestructuración financiera de Petróleos Mexicanos (PEMEX), la cual, a la fecha, no convence a los inversionistas.

De manera más reciente, el mandatario mexicano señaló que no viajará a la Cumbre del G20 a celebrarse en Osaka, Japón, perdiendo así, otra oportunidad dorada para explicar a las economías más importantes del mundo, su programa económico, amén de que podría aprovechar la ocasión para tejer alianzas con países como los europeos, Japón y hasta la República Popular China, entre otros y quitarse un poco de encima la presión estadunidense.

Como trates, serás tratado. Hay una manera de actuar del mandatario mexicano, discordante con los tiempos. La idea de remitir cartas a Donald Trump, así lo ilustra. Ni qué decir de la consigna de que la mejor política exterior es la política interna, como si aquella pudiera aparecer por arte de magia sin plan, ni diseño de prioridades. La política exterior, si bien se conecta con la política interna, debe ser construida, edificada, gestionada. Debe ser el resultado de una cuidadosa revisión de las prioridades del país y de la necesidad de promover el interés nacional, para obtener, del mundo, lo que se desea y necesita. Si bien es inevitable que llegue a ser reactiva ante coyunturas tan desafortunadas como la actual, producto de los tuits y exabruptos de Trump, idealmente debe ser capaz de anticiparse a los acontecimientos y ser, ante todo, una política exterior de Estado, no de gobierno.