“Momento Económico”
22 de Noviembre de 2018
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entró en vigor el 1 de enero de 1994. Pactado para liberalizar el comercio y fomentar las inversiones entre México, Estados Unidos y Canadá, ha sido un instrumento que fomentó la interdependencia entre los tres países en distintas magnitudes. Fue también un parteaguas en momentos en que la Ronda de Uruguay del entonces Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) se encontraba estancada. Tras el TLCAN, diversos tratados comerciales se basaron en su estructura para incluir materias más allá del desarme arancelario. Antaño novato, hoy México es referencia obligada en la gestión de negociaciones comerciales en el mundo.
Transcurridos 22 años desde que el TLCAN entró en vigor, era menester hacer una evaluación y modificaciones al mismo, ello al margen del arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. El mundo en el que el TLCAN vio la luz era muy distinto del mundo en 2016 y 2017, donde la República Popular China se había asentado firmemente como una potencia manufacturera que es uno de los principales socios comerciales tanto de México, como también de Estados Unidos y Canadá. Así, teniendo esto en mente, pero también por considerar que el TLCAN era el “peor acuerdo de la historia”, el Presidente estadunidense decidió que debía ser sustituido por uno nuevo, donde los estadunidenses recuperaran empleos y no enfrentaran el dumping social de México, emanado de los bajos salarios que reciben sus trabajadores. Trump también propuso, entre muchas otras cosas, eliminar el capítulo XIX del TLCAN sobre solución de controversias, por considerar que este mecanismo había beneficiado especialmente a Canadá.
El nuevo tratado al que se denomina simplemente Tratado México-Estados Unidos-Canadá o TMEC, se empezó a negociar en agosto de 2017 y su conclusión aconteció hacia agosto-septiembre de 2018, para ser firmado el 30 de noviembre de ese año por los mandatarios de México, Estados Unidos y el Primer Ministro de Canadá en la cumbre del Grupo de los 20 (G20) celebrada en Buenos Aires, Argentina. Ello no garantizaba su aprobación por parte del Congreso de Estados Unidos, dado que, como se vio en 1993 con el TLCAN, el Congreso del vecino país del norte en aquel tiempo se opuso a ratificarlo por carecer, el texto base, de disposiciones en materia laboral y ambiental. En aquella ocasión, para salvar la situación, se suscribieron acuerdos paralelos en ambos temas, lo que allanó el camino para que el Congreso de Estados Unidos finalmente lo aprobara. Es previsible que con el TMEC ocurrirá lo mismo.