“Momento Económico”
24 de Mayo de 2018
La seguridad humana y la seguridad multidimensional son posiblemente los dos conceptos más importantes acuñados tras el fin de la guerra fría en el ánimo de reconfigurar a la seguridad al disiparse el polvo que levantó el colapso de la Unión Soviética y con ello, la desaparición de la confrontación Este-Oeste. El primero de ellos vio la luz de la mano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1994, en su Informe sobre desarrollo humano, concepto con un fuerte cariz desarrollista que incorpora la noción antropocéntrica a la seguridad. El segundo, gestionado tras los ataques terroristas contra Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001 en el seno de la Organización de los Estados Americanos (OEA), buscó proteger al continente americano de la pretensión estadunidense de terrorizar las agendas de seguridad de las naciones de la región, al incluir diversos temas considerados como flagelos importantes para ellas.
En este sentido, es importante revisar ambos términos, esto es, seguridad humana y seguridad multidimensional, aderezados con una valoración de conceptos muy en boga como el terrorismo, el binomio seguridad-libertad y seguridad-derechos humanos y el proteccionismo vis-à-vis la bioseguridad. Adicionalmente, la necesidad de ampliar la noción estatocéntrica del concepto de seguridad -típica de la guerra fría-, se evidencia ante la imposibilidad de garantizar la supervivencia de los Estados en el momento actual, asumiendo que lo único que pone en entredicho su existencia es la amenaza procedente de otro Estado, o bien la presunción de que dicha amenaza es primordialmente de corte militar.
Conceptos como los referidos tienen fortalezas y debilidades, dado que el simple hecho de extender la jurisdicción de la seguridad humana y la seguridad multidimensional a terrenos como el económico, el de la salud, el alimentario, el ambiental, el político, el comunitario, y el personal, por citar sólo algunos, revela dificultades para generar políticas públicas concordantes con cada arista. En México, por ejemplo, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se adoptó a la seguridad multidimensional como el enfoque principal en la agenda de seguridad. En contraste, a nivel más local, en la Ciudad de México se ha favorecido la adopción de una agenda de seguridad humana, lo que revela la utilidad de ambas acepciones, aun cuando ello no resuelve el enorme vacío imperante de cara a la ausencia de una definición de seguridad nacional única y de consenso en el país. En cualquier caso, sea la seguridad humana o la seguridad multidimensional lo que guíe a las políticas públicas, es necesario que la identificación de vulnerabilidades, riesgos y amenazas tengan un perfil preventivo, lo que demanda que la seguridad sea una política de Estado, no de gobierno, como lamentablemente ha ocurrido hasta ahora en el país.