La diplomacia del panda es una longeva estrategia mediante la cual, la hoy República Popular China (RPC), ha buscado promover sus intereses en el mundo. Al respecto, se cuenta que el nieto del emperador Taizong de la dinastía Tang regaló dos pandas a Japón como gesto de buena voluntad. En el siglo XX, antes del triunfo de la revolución de Mao Tse-tung, se sabe que la esposa de Chiang Kai-shek inició la práctica de regalar “simpáticos pandas peludos blanco con negro.” Tras la creación de la RPC en 1949, el carismático mamífero fue empleado para fortalecer y/o consolidar los lazos políticos de Beijing con otras naciones, práctica que se mantiene hasta el momento actual. En la década de 1950, la dirigencia china comenzó a regalar pandas a países aliados. Entre 1972 y 1984, China obsequió pandas a las naciones occidentales, destacadamente a Estados Unidos. A partir de 1984 y hasta 1998, los pandas pasaron a formar parte de la estrategia china de “puertas abiertas” a la inversión extranjera y los entregaba solamente en préstamo, de manera que los carismáticos animales eran “rentados” a aquellos países prioritarios para la política exterior de Beijing. Para ello, se instituyó la firma de una especie de “contrato de arrendamiento”, y si en el lapso en que el, la, o los panda(s) que reside(n) en el zoológico de algún lugar del mundo tiene(n) un bebé (muchas veces nacen gemelos o hasta trillizos, como ocurrió hace un par de años en un zoológico chino), entonces el (o los) pequeño(s) es (son) propiedad de la RP China. Los tiempos han cambiado: en la década de 1970, por ejemplo, Beijing se esmeraba por acceder al mundo. Hoy es al contrario: el mundo quiere acceder al mercado chino, uno de los de más alto crecimiento económico, justo en momentos en que impera la recesión en diversas latitudes y ante ello, la diplomacia del panda encuentra un escenario inmejorable en el que la RP China primeramente externa a sus socios lo que desea de ellos, ofreciendo, a continuación, el préstamo de los icónicos mamíferos. Esta es una de las aristas del poder suave. A través de “la diplomacia del panda”, Beijing también logra mejorar su imagen internacional respecto a las acusaciones de ser una de las naciones que más contaminantes genera en el mundo. Otro tanto se puede decir de la “otra cara” de la RP China, que si bien protege al panda gigante, también es uno de los principales destinos del tráfico ilegal de especies animales y vegetales amenazados a nivel mundial.