El gasto en salud frente al gasto militar: ¿construyendo sociedades seguras?

La pandemia generada por el SARS-CoV2, agente causal del COVID-19, ha hecho patente la poca preparación de las naciones del mundo para lidiar contra una enfermedad altamente contagiosa y mortal. Las miradas se han dirigido de manera inevitable a los presupuestos que los países destinan a la salud, a las políticas de salud pública, a los recursos humanos existentes para atender a los pacientes, a la cantidad de camas y hospitales disponibles, a la producción de insumos médicos, a los laboratorios de investigación biomédica, a la generación de vacunas, etcétera. No falta quien despotrica contra el gasto militar mundial y trae de vuelta un viejo debate que tuvo una gran resonancia durante la guerra fría: la relación entre el desarme y el desarrollo. Conforme a esta premisa, si los países gastaran menos en armas, ello beneficiaría invariablemente al desarrollo y, por ende, a la salud. 

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