“Momento Económico”
7 de Abril de 2011
La seguridad es un concepto dinámico y cambiante. Su objetivo consiste en identificar aquellos flagelos que comprometen la supervivencia del Estado. Desde el punto de vista jurídico, un Estado se integra por tres elementos fundamentales: el territorio, la población y el gobierno. Por lo tanto, cualquier suceso que comprometa a uno o todos esos elementos, tiene el potencial de erigirse en amenaza a la seguridad nacional. Así, por ejemplo, el VIH-SIDA tiene una alta prevalencia e incidencia en la población sudafricana, por lo que amenaza su supervivencia, y por ende, la de Sudáfrica. En el caso de las islas Maldivas, se estima que el país en breve estará cubierto en su totalidad por agua, al subir el nivel del mar, lo que llevaría a la desaparición de su territorio, por lo que el calentamiento global es la mayor amenaza a la seguridad nacional de ese país. En Somalia, las luchas intestinas entre clanes llevaron al colapso del gobierno, lo que significa que esa situación amenaza a la seguridad del país.
Se puede argumentar que el concepto de Estado, como creación occidental, es una imposición para aquellas sociedades que antes de la implantación de aquél desarrollaban sus relaciones sociales, económicas y políticas de otras formas. La colonización europea en África, por ejemplo, supuso “crear” Estados delimitados geográficamente, en los que se establecieron fronteras, jurisdicciones e instituciones políticas y de gobierno distintas a las existentes, modificando asimismo las relaciones entre sociedades, clanes, tribus, etnias, comunidades, etcétera, lo que no en pocos casos ha coadyuvado a severos conflictos en ese continente, como ha quedado de manifiesto en la ya citada Somalia y en Ruanda, por referir sólo un par de ejemplos.
Sin embargo, no sobra señalar que la agenda de seguridad internacional no se integra necesariamente por las diversas agendas de seguridad que preocupan a los países del mundo. Antes bien, la agenda de seguridad internacional suele ser la del país dominante, lo que plantea el problema de destinar recursos materiales y humanos a favor de las distintas agendas que importan a las naciones no dominantes. En este sentido, la lucha contra el terrorismo, que es la agenda de Estados Unidos y de otros países del mundo como Francia, adquiere una notable centralidad frente a, por ejemplo, flagelos como las epidemias y pandemias; los fenómenos naturales y/o el calentamiento global.
Este debate se aviva ante la evolución mostrada por el propio concepto, en el entendido de que la consecución de la seguridad, demanda no sólo acciones de tipo militar. Los diversos flagelos que aquejan al mundo, van más allá de los conflictos armados y la violencia y en décadas recientes se ha podido constatar que un fenómeno natural –i. e. terremotos, erupciones volcánicas, huracanes–, epidemias y pandemias, hambrunas, falta de acceso a alimentos o consumo de alimentos poco nutritivos, etcétera, pueden catalizar las vulnerabilidades, los riegos y las amenazas y eventualmente, poner en entredicho la supervivencia del Estado.
En este sentido, la seguridad humana es uno de los conceptos que ha llevado
más lejos la ampliación tradicional de la noción de seguridad. Desarrollada tras
el fin de la guerra fría y de la mano del Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) en su Informe sobre desarrollo humano de 1994, la
seguridad humana va más allá de acepciones que privilegiaron por mucho tiempo la seguridad del régimen, argumentando que sólo así se podía garantizar la
supervivencia del Estado.
La seguridad humana pone el acento en las personas, siendo así, un concepto antropocéntrico, en oposición a la noción de seguridad estato-céntrica característica de la guerra fría. La seguridad humana consiste en proteger, de las amenazas críticas (graves) y omnipresentes (generalizadas), la esencia vital de todas las vidas humanas de forma que se realcen las libertades humanas y la plena realización del ser humano. Se ampara en aspiraciones de larga data como las enunciadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
del 10 de diciembre de 1948, en la que se exalta la necesidad de liberar a los
seres humanos del temor y la miseria, ambos elementos centrales en el concepto
de seguridad humana desarrollado por el PNUD.